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jueves, 28 de abril de 2011

seguimos con carlos I

Es nombrado emperador (1520):
En 1519, al morir su abuelo paterno el emperador Maximiliano de Austria, heredó los estados de la casa de los Habsburgo. Fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico en Aquisgrán, ante la tumba de Carlomagno, el 20 de octubre de 1520, con lo que se convirtió en el soberano más poderoso de Europa. El carácter religioso del título marcaría su política posterior. Lo que le importó fue hacer prevalecer una Europa cristiana al frente de la cual había sido elegido él mismo, designado por la deidad.
Entretanto en España surgió en Castilla la llamada Guerra de Comunidades, como protesta por las imposiciones de los gobernantes extranjeros. Los comuneros fueron derrotados por los imperiales el 23 de abril de 1521 en Villalar. Sus jefes, Bravo, Maldonado y Padilla fueron ejecutados. Más tarde se produjo en Levante el movimiento de las Germanías -o "hermandades de menestrales"- contra la nobleza y sus privilegios. El movimiento también fue vencido.
Numerosas Guerras:
Carlos V sostuvo seis guerras con Francia; en la primera derrotó a los franceses en la batalla de Pavía (1525), haciendo prisionero al rey Francisco I.
Durante la segunda guerra con Francia el papa Clemente VII (1483-1546) miembro de la familia Medici, que había sucedido al papa Adriano VI en 1523, receloso del empuje imparable de Carlos V, se alió con Francisco I, Venecia, Florencia, Milán y Enrique VIII en la Liga de Cognac (1526). La respuesta del Emperador provocó el violentísimo Saco de Roma (1527) a manos de los lansquenetes alemanes, dirigidos por el condestable de Borbón, haciendo prisionero al papa. Tras la paz de Cambray o de las Damas, el Papa corona por dos veces a Carlos V (22 y 24 de febrero de 1530) como emperador en Bolonia. Clemente VII no llevó a cabo el último intento de Carlos V de convocar un concilio que hiciera posible un acuerdo con los luteranos.
Ese mismo año se produce la apertura de la Dieta de Aubsburgo, que da lugar a la ruptura entre católicos y protestantes. Las 95 tesis de Lutero, relativas a las indulgencias, se habían hecho públicas por primera vez en 1517 en la iglesia de Wittemberg. Sus teorías habían convencido a muchos alemanes. En 1531 se inicia la guerra entre los príncipes protestantes y Carlos V. En 1532 como consecuencia de una caída durante un viaje a Ratisbona sufre su primer ataque de gota que se repetirán con frecuencia durante los años cuarenta. Enrique VIII de Inglaterra provoca el cisma con Roma. Tras las dietas de Worms y Spira, los enfrentamientos entre católicos y protestantes desembocaron en una guerra: En la batalla de Mülberhg (1547), los imperiales derrotan a las tropas protestantes del elector Federico de Sajonia. Cuatro años más tarde estuvo a punto de caer prisionero en Innsbruck y tuvo que asumir el fracaso del sitio de Metz, para el que había logrado reunir con muchos apuros económicos un gran ejército que fue diezmado por por el frío y las enfermedades. Tuvo que reconocer más tarde, con la paz de Augsburgo (1555), la libertad religiosa a ambos bandos. Enrique II de Francia (sucesor de Francisco I en 1547) consiguió unir un extraordinario ejército, al que se unió el príncipe Mauricio de Sajonia (compañero de armas del Emperador). Carlos V se conformó con conservar a los Países Bajos fuera del dominio francés y abandonó su plan para que Felipe II le sucediera como Emperador. En enero de 1553 el ejército de Enrique II (1519-1559) había avanzado sobre el Imperio Germánico tomando Metz, Toul y Verdún. Fue derrotado en San Quintín (1557), tomó Calais (1558) y en 1559 firmó con Felipe II la Paz de Chateau-Cambresis.
Pizarro Expansión del imperio en el Nuevo Mundo:
Su pasión y verdadero mundo es Europa. En 1533 Francisco Pizarro toma Cuzco, capital del imperio Inca. En 1541 los españoles logran someter a los mayas. El vasto imperio que le ofrece Hernán Cortés no le impresiona, salvo en las ingentes cantidades de oro y plata que llegan a Sevilla, para él siempre insuficientes. En 1540 Valdivia inicia su marcha hacia Chile y funda Santiago, centro de sus exploraciones, en 1541. El 25 de octubre de 1555, en el palacio de Bruselas, en el acto de abdicación solemne de los Países Bajos dice:
    "Nueve veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en España, siete en Italia, diez he venido aquí a Flandes, cuatro en tiempos de paz y de guerra he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra Africa, las cuales son todas cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta, que por visitar mis tierras tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar Mediterráneo y tres el océano de España, y agora será la cuarta que volveré a pasarlo para sepultarme; por manera que doce veces he padecido las molestias y trabajos de la mar".
En enero de 1556 tuvo lugar la abdicación de los reinos de Castilla y Aragón, Sicilia y Nuevas Indias en sus habitaciones privadas, renunció a la Corona de España a favor de su hijo Felipe II, y el imperio de Alemania a favor de su hermano Fernando II. A mediados de septiembre de 1556 emprende el último viaje de su vida. Partió del puerto de Flesinga en los Países Bajos y las 56 naves que componían la flota llegaron a Laredo el 28 del mismo mes.
    Las gestiones pacificadoras de Juan Luis Vives (1492-1540): Preocupado por las contiendas que dividían Europa y soñando obtener la paz entre los reinos cristianos redactó una serie de cartas-opúsculos. Una al papa Adriano VI sobre el malestar y los disturbios de Europa, donde reclamaba la pronta reunión de un Concilio que pusiere fin a tanta división. Las guerras entre Francisco I y Carlos V le movieron a escribir dos cartas a Enrique VIII como posible mediador. A Juan Longland, confesor del Rey de Inglaterra, escribía en 1524 sobre los obstáculos y remedios para conseguir la paz. En 1529 publicaba De Pacificatione. Pero en esta línea su obra más ambiciosa es De Concordia et Discordia in Humano Genere (1529), dirigida al César Carlos V. En ella le dice que Europa, asolada por tantas guerras, «de ninguna otra cosa necesita con más agudo apremio que de su inmediato apaciguamiento y concordia» y en la que dibuja también el panorama de las causas de la discordia y la imagen del príncipe ideal. [...] En 1522 fue propuesto para desempeñar la Cátedra vacante en Alcalá por la muerte de Nebrija, con un sueldo de 200 florines de oro anuales; pero no aceptó. Al año siguiente se traslada a Inglaterra. En Oxford explicó Humanidades y Jurisprudencia. Su amistad entrañable con Enrique VIII y Catalina de Aragón llegó, según el testimonio de Wood y Vossio, a que los reyes y la corte acudieran a las clases de Vives. [...] En 1528, con motivo de la separación de Enrique VIII de su esposa Catalina de Aragón para unirse a Ana Bolena, abandonó definitivamente la corte inglesa. (R.Marín)
Retiro en el monasterio de Yuste (Extremadura):
Permaneció alojado varios meses en el palacio que los duques de Oropesa tenían en Jarandilla. Esperaba a que acabaran las obras del palacete que había mandado a construir adosado al monasterio. Le acompañaba el retrato de Isabel de Portugal que pintó Tiziano. Mirándolo, lamentaba que los asuntos de estado le hubieran alejado de ella tanto tiempo (la mitad de los trece años que duró el matrimonio). Murió el 21 de septiembre de 1558 de unas fiebres palúdicas que contrae en Yuste.
Tenía algunas cualidades destacables, sombras defectuosas y profundas debilidades. Más allá de su probada honestidad y coherencia como hombre de Estado, alcanzó una profunda perspicacia en el conocimiento y uso de los otros hombres. Fue melancólico, piadoso y audaz. Desde el punto de vista religioso, trató de llegar a un acuerdo que conciliara la reforma que la iglesia necesitaba con los intereses del papado, pero no lo consiguió. Cuando la reforma se produjo en oposición al papado y las posiciones se radicalizaron, no dudó en situarse del lado de la ortodoxia.
Galeón Interpretación de los liberales (1835):
El primer gran desastre lo había representado Carlos V, quien pisoteó las libertades en España. Esta fue básicamente una interpretación libre de la revuelta de los comuneros (1520-1521), en la que las principales ciudades del norte de Castilla protestaron en contra de ciertos aspectos de las políticas de Carlos, aunque finalmente fueron derrotadas en la batalla de Villalar. Una frase clave utilizada por Argüelles fue: "Perecen las libertades públicas en los campos de Villalar". En su Examen histórico de 1835, Argüelles sentó las líneas de la interpretación liberal. La más alta nobleza traicionó al pueblo y ayudó al rey a aplastar la rebelión popular. Carlos aprovechó la oportunidad para ejecutar a sus opositores y el reino quedó "a discreción del rey", quien ahora era absolutista. Carlos completó su triunfo al volverse contra los nobles y excluirlos de las Cortes en 1538. Esta opresión dio paso a "una nueva era en que la nación comenzó a decaer rápidamente". El mito de la "decadencia" se puso así en marcha. En el caso de que el emperador obtuviera logros políticos y militares en Europa, éstos eran meramente una falso "brillo". Modesto Lafuente puso por escrito la versión liberal definitiva. Su presentación, que reinó de manera absoluta hasta comienzos del siglo XX, e incluso puede encontrarse en nuestros días en algunos escritos sobre historia española, comenzaba con la premisa básica de una España arruinada por los soberanos extranjeros y sometida al absolutismo extranjero. Lógicamente, la solución se encontraba en el rechazo a la monarquía y en el apoyo a las tradiciones democráticas esenciales de España. "El reinado de Carlos V -expuso Lafuente con firmeza- nos admira pero no nos entusiasma". Tenía dos razones. En lo político, el régimen Habsburgo era tiránico, debido a que había destruido las instituciones representativas que Castilla había heredado de la Edad Media. "Perecen las libertades públicas de Castilla en los campos de Villalar. Fue la última protesta armada de la libertad contra la opresión". La conclusión de Lafuente no pudo haber sido más enérgica:
    Las libertades españolas, cuya conquista había costado tan heroicos sacrificios, tan preciosa sangre por espacio de siglos, fueron ahogadas en sangre española por dos príncipes de origen extranjero. En política esto fue lo que debió España a los dos primeros soberanos de la casa de Austria. (Lafuente)
En cuanto a lo económico, los Habsburgo llevaron a la ruina a una nación que había sido próspera. Los españoles, bajo la soberanía de Carlos V, estaban
    ofuscados por el brillo de las adquisiciones y de las hazañas, iban olvidando poco a poco la pérdida de sus libertades, la emigración de sus tesoros y de sus hijos, con cuya sangre se compraban aquellos lauros. Aquí se paralizaba la industria interior, y se agotaba la sangre de los hombres. Obstinada la dinastía austriaca en dominar Europa, despobló la España, sacrificó sus hijos, agotó sus tesoros y agotó sus libertades políticas. (Lafuente)
Emilio Castelar, historiador y presidente de la Primera República, miró hacia atrás en 1876 para ver, sin simpatía, "aquel gran cadáver que era la España absolutista" de los Habsburgo. En cuanto a este panorama, la única voz que disentía era la del escritor Angel Ganivet, quien en su Idearium (1897) presentó un punto de vista bastante diferente sobre Villalar. Para él, los comuneros representaban el pasado tradicional y regional, y temían aceptar la nueva Europa progresista representada por Carlos V. Esta interpretación corregida sobre el emperador, la cual recibió el apoyo de la nueva revaluación conservadora del papel "imperial" del emperador, empezó a reemplazar, a comienzos del siglo XX, la anterior visión liberal. (Henry Kamen)

Carlos V Parte sobre la persecución de la herejía luterana. Codicilo, Yuste (1558):
[... ] mandará proseguir en ello hasta que se ponga en execución, todavía por lo que debo al servicio de nuestro Señor, ensanchamiento de su Fee y conservación de su yglesia y Religión Christiana, en cuya deffensión he padecido tantos y tan grandes trabajos y menoscabo de mi salud, como es notorio, y por lo mucho que desseo quel Rey, mi hijo, como tan cathólico haga lo mismo, como lo confío de su virtud y christiandad, le ruego y encargo, con toda la instancia y vehemencia que puedo y devo, y mando como padre, que tanto le quiere y ama, por la obediencia que me deve, tenga desto grandíssimo y special cuydado como de cosa más principal y en que tanto le va, para que los ereges sean pugnidos y castigados con toda demostración y rigor, conforme a sus culpas, y esto sin excepción de persona alguna, ni admitir ruego, ni tener respecto a nadie, y que para effecto dello favorezca y mande favorecer el santo Officio de la Inquisición, por los muchos y grandes daños que por ella se quitan y castigan, como por mi testamento se lo dexo encargado. Por que demás que en hazello assi, cumplirá con los ques obligado, nuestro Señor encaminará sus cosas y las favorecerá y deffenderá de sus enemigos y dará buen sucesso en ellas, y a mí, grandíssimo descanso y contentamiento.

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